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El Comercio internacional y la Transición Energética 

“Sin energía no hay comercio internacional”. Estas fueron las palabras del ahora Exdirector General de la Organización Mundial de Comercio (OMC), Pascal Lamy, en un discurso que tuvo a lugar durante el Workshop sobre el rol de los acuerdos intergubernamentales en la política energética realizado en abril del año 2023 en la OMC. Si bien esta relación parece obvia una vez que se manifiesta, no ha sido profundamente estudiada ni considerada en los análisis que se hacen del sector.

La relación entre comercio y energía es compleja y tiene más de una faceta: por una parte, la energía es vital para el comercio internacional de bienes pues permite, en primer lugar, la fabricación de los bienes que se comercian y luego el funcionamiento de los medios de transporte en los cuales viajan y se distribuyen las diferentes mercancías hasta llegar a los consumidores finales. A la vez, parte del intercambio comercial entre los países son precisamente los mismos energéticos que impulsan barcos, trenes y aviones que hacen posible el comercio internacional de bienes. A esta complejidad, se suma que los medios de transporte mediante el cual se produce el intercambio de energéticos no siempre son los tradicionales (barco, tren, camiones, etc.) ya que una parte se transporta mediante infraestructura que es fija como son los oleoductos, gaseoductos y líneas de transmisión, lo que dificulta expandir el intercambio comercial a medida que se requiere.

De hecho, las proyecciones indican que el comercio de energía se incrementará en el futuro. Si consideramos las estimaciones de la International Energy Agency (IEA) se espera que a 2030 la proporción de gas natural y petróleo en el suministro mundial de energía pase de un 80% a un 73%. Pero esto no significa un menor uso y comercio de petróleo: la OPEP proyecta un aumento en el consumo de petróleo de 16% en los próximos 20 años, producto del aumento de la demanda total por combustible. A la vez, la inversión en energías limpias, que impulsan la transición energética, ha aumentado un 40 % desde 2020 y seguirán haciéndolo. Por ambas razones es de esperar que tanto el comercio de combustibles y de energéticos fósiles y no fósiles se incremente en los próximos años.

En este escenario, el avance de la transición energética y el desarrollo de energías limpias, impulsadas por los acuerdos de descarbonización al 2030 y 2050, obligarán al reordenamiento del comercio internacional, a la creación de nuevas rutas comerciales y a la construcción de nueva infraestructura fija que facilite e impulse el intercambio comercial de energéticos.

Actualmente, las exportaciones de gas y petróleo se direccionan desde unos pocos países que cuentan con yacimientos de combustibles fósiles hacia un gran grupo de países importadores que no los poseen o no son autosuficientes en su producción. Esta situación debería modificarse con el desarrollo y la producción a gran escala de energía verde y la consecuente disminución en el consumo de combustibles fósiles, en particular con el desarrollo del Hidrógeno Verde, donde muchos países que cuentan con las condiciones climáticas para su producción estarán en condiciones de exportar la energía limpia a múltiples mercados que las requerirán para su consumo interno. Por lo mismo, nuevos oleoductos y gaseoductos y nuevas líneas de transmisión deberán construirse para permitir este nuevo comercio, al tiempo que se creen y perfeccionen otros elementos que permitan el transporte energético por mar como baterías u otros medios de almacenamiento.

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