Con más de 5,2 millones de TM de cobre producidas en 2023, Chile es el productor número uno a nivel mundial de este mineral. A su vez, nuestras reservas son las mayores reservas de este metal. En 2023, se estimó que el volumen de las reservas chilenas de cobre ascendía a 190 millones de toneladas métricas, lo cual representa una diferencia de 70 millones de toneladas con respecto a Perú, que ocupa el segundo lugar en este ranking. Este hecho representa una gran ventaja al momento de hablar de Transición Energética, pues el cobre es un elemento fundamental para este proceso.
El cobre está presente en la electrificación de múltiples actividades y es crucial para la electromovilidad debido a sus propiedades como conductor eléctrico, resistencia a la corrosión, ductilidad, maleabilidad y reciclabilidad, entre otras características. Para tener una referencia, los autos y vehículos eléctricos en promedio consumen 4 a 5 veces más cobre que los autos a gasolina o diésel (un auto eléctrico requiere cerca de 89 kilos de cobre)
El sector eléctrico lo utiliza en la transmisión, transformación y distribución de electricidad, además está presente en maquinaria y equipo industrial y residencial. También es pieza clave en la fabricación de aerogeneradores y en los paneles solares ya que se utiliza en cables, contactos y conexiones internas. Para producir 1 MW de energía a partir de paneles fotovoltaicos se requiere cuatro veces más cobre que el utilizado en las centrales eléctricas convencionales, mientras que los parques eólicos marinos son muy intensivos en cobre, ya que consumen casi diez veces más cobre que un parque tradicional.
Por lo mismo se espera que la demanda de cobre se incremente sustancialmente los próximos años. En este sentido, la Agencia Internacional de Energía (IEA por su sigla en inglés) proyecta una demanda cercana a las 33 millones de TM de cobre a 2040. Sin embargo, las proyecciones indican que la oferta no alcanzará los niveles necesarios para satisfacer los requerimientos esperados. WoodMckenzie, estima que en 2033 la brecha entre oferta y demanda será de 6,6 millones de TM de cobre, generando una presión sobre el precio y sobre la transición energética.
Efectivamente, esta situación es un gran desafío para los objetivos de descarbonización comprometidos por los países, pues la falta de este mineral supone un impedimento para la fabricación de los insumos y componentes necesarios para la transición energética. Además, el sector minero presenta un desafío adicional: para que la transición energética sea exitosa, el cobre debe producirse de manera sostenible. Esto implica readecuar procesos, invertir en investigación y desarrollo y capacitar a los trabajadores para esta nueva realidad.
Entonces ¿cómo nos afectan estos escenarios? Ciertamente, ante un exceso de demanda el precio del cobre subirá, generando más ingresos para nuestro país. Lamentablemente, la tecnología que precisa la transición energética podría encarecerse ante el precio más alto de uno de sus componentes críticos. Por otra parte, es una gran oportunidad para incrementar los desarrollos tecnológicos que permitan producir cobre de manera más sostenible y de realizar las inversiones correspondientes que nos permitan aumentar nuestra producción a futuro de manera sostenible. De hecho, CODELCO cuenta con metas concretas en materia de huella de carbono, huella hídrica, economía circular, disminución de material particulado, estándar de depósitos de relave y desarrollo de los territorios con valor social para enfrentar esta nueva era.